jueves, 19 de septiembre de 2013

La iglesia: ¿Correccional juvenil?

Si usted es de los padres que considera que la iglesia ocupa un papel fundamental en la educación de su hij@, pues este artículo le puede interesar. Y quiero aclarar que se refiere a jóvenes que asisten a la iglesia con sus padres; pero también se puede aplicar a todas las áreas de la vida familiar. 

En nuestras iglesias tenemos jóvenes de diferentes contextos familiares, económicos y culturales. Llegan a lak iglesia muchas veces porque alguien los invitó o porque su familia va a la iglesia y los lleva. Como pastores y líderes tenemos una enorme responsabilidad al velar por ellos y edificar sus vidas; sin embargo la mayoría de las veces ese trabajo se echa a perder cuando los chicos y chicas llegan a casa.  

Es en casa donde muchas veces les roban a los jóvenes la Palabra que ha sido sembrada en sus corazones, digo esto porque encuentran en sus hogares padres que dicen ser "cristianos" y viven totalmente alejados de las verdades bíblicas. Encuentran en su hogar supuestamente "cristiano" una familia donde el afecto y las palabras amorosas poco o nada se expresan y entonces estos mismos padres juzgan a la iglesia, a los líderes y pastores porque sus hijos no cambian.

Es en casa donde ellos y ellas reciben los modelos a seguir, no es responsabilidad de la iglesia darle esos modelos. Es en casa donde se le debe proporcionar un ambiente de seguridad y donde se deben contestar sus dudas e inquietudes. La iglesia es una colaboradora de la labor familiar, NO LA RESPONSABLE. Es en casa donde ellos deben aprender amar a Dios porque tienen unos padres que les están mostrando cómo. Es en casa donde se aprende a amar a la iglesia porque tienen unos padres que hablan bien de su iglesia, de sus pastores y líderes. Cuando los padres de familia no cumplen con esta labor, la influencia de la iglesia se ve mermada.

Muchos padres de familia quieren que los pastores y líderes de la iglesia "cambien" a sus hijos e hijas pero ellos no están dispuestos a cambiar. Muchos padres de familia reclaman que no se le da la debida atención en la iglesia a sus hijos e hijas, cuando en casa son unos verdaderos desconocidos. Se envían a la iglesia jóvenes con problemas de carácter, de conducta, problemas de adicciones, problemas en los estudios, problemas de rebeldía para que la iglesia haga ALGO por ellos; pero como padres no quieren asumir su responsabilidad y mucho menos están dispuestos a evaluarse y a reconocer que en un gran porcentaje los problemas de sus hijos e hijas se debe a la falta de algunos ingredientes en su hogar. 

Hay padres de familia que dejan de ir a la iglesia porque creen que sus hijos están pequeños y no necesitan de Dios y cuando son adolescentes no saben cómo enmendar ese error. Hay padres de familia que viven su cristianismo como si sus hijos e hijas nunca les reprocharán o como si sus hijos fueran ciegos y no se dan cuenta que el estilo de cristianismo de sus padres dista mucho de lo que aprenden en la iglesia. 

Si un padre o madre de familia no cuida su lenguaje en casa cuando se refiere a los problemas de la iglesia, o si no es responsable con los compromisos de la iglesia, o si un día va otro día no va... Que no se pregunte después "¿Por qué mis hijos no quieren ir a la iglesia?" Y añaden: "es que nadie los visita" o "es que a la iglesia no le interesa mi hijo o mi hija" cuando los responsables de su desanimo muchas veces son ellos mismos como padres. 

Y paradójicamente sucede también que si los jóvenes están muy animados en la iglesia y tienen sus amigos y amigas y quieren servir al Señor de manera comprometida... Los padres los llaman a cada rato; los hostigan que ¿a qué hora termina el culto? y no puede faltar el famoso y dañino reclamo: "¡sólo te falta llevar la cama a la iglesia!" Ja ja o cuando quieren salir de vez en cuando a divertirse un poco con los mismos líderes u otros jóvenes de la iglesia NO LES DAN PERMISO! Y después se preguntan "¿Por qué mi hijo o mi hija se volvió así de rebelde y no quiere ir más a la iglesia?" Y la peor de todas es: "Te portaste mal, ¡NO VAS A LA IGLESIA!"...  ¿Whaaaaaaaat??? ¿Les niegan la oportunidad de ir a un lugar donde pueden ser confrontados por el mismo Dios para cambiar? Y al final el castigo que creían que era para sus hijos e hijas resulta ser para ellos mismos como padres.

Pero también está el otro extremo, en donde el joven comete un error y como pastores y líderes queremos formarle para su crecimiento y madurez; sin embargo los padres no quieren que toquen a sus hijos porque en casa el chico o la chica hace lo que se le da la gana y quieren que en la iglesia sea igual... Y se quejan cuando su hijo o hija no respeta reglas, ni autoridad, cuando le va mal en la vida porque no tuvo un "hasta aquí" y culpan a la iglesia que no hizo nada al respecto.

Algunos padres de familia siempre andan diciendo: "Pastor, pastora hable con mi hijo o mi hija" cuando los que tienen que buscar las vías de comunicación con sus hijos e hijas son los padres. Nosotros como pastores y líderes podemos contribuir y lo hacemos con gusto; sin embargo vemos a los jóvenes 2 o 3 veces por semana cuando mucho, mientras que sus padres los ven a diario. El 90% de la edificación de las vidas de los jóvenes están en manos de su familia. Cuando los jóvenes no tienen padres, o su familia no es cristiana, la historia cambia; pero en el caso de familias cristianas deben asumir la responsabilidad por su familia y no dejarla en manos de la iglesia o de cualquier otra institución. 

Como iglesia ¡Claro que vamos a ayudar a nuestros jóvenes! Por supuesto que vamos a apoyarlos en todo lo que podamos, esa es nuestra labor y esa labor de la iglesia será más efectiva cuando los padres de familia asuman su responsabilidad en el crecimiento espiritual y en todas las demás áreas de las vidas de sus hijos e hijas. 

Ser padre no es fácil, ser pastor tampoco lo es; pero si logramos trabajar en equipo para bendecir a nuestros jóvenes, las cosas pueden ser mejores. 

¡La iglesia NO ES UNA CORRECCIONAL JUVENIL! Es un lugar donde juntos como familia podemos crecer y madurar para Gloria del Señor. 


Cinthya Jiménez de Yánez
Pastora y Consejera Familiar