martes, 16 de septiembre de 2014

Dios madre


Quiero comenzar diciendo que este no es un artículo teológico sobre la maternidad de Dios. Sino más bien una reflexión en base a mi experiencia como madre que tantas y tantas enseñanzas me ha traído...

Ser madre es la experiencia más compleja que una mujer pueda experimentar. Digo compleja porque es hermosa pero sacrificada. Nos reímos y hay momentos que nos volvemos locas. Ser madres nos enseña a sacrificarnos, a amar sin condiciones, a disfrutar de los detalles de la vida.

Yo quiero estar con mi hijo, no quiero separarme de él, porque quiero verle crecer. No me quiero perder ni un momento importante de su vida. Amo verle sonreír y aprender cosas nuevas cada día. Me encanta escuchar su voz... Simplemente me alegra el día. ¡Y me vuelve loca cuando me dice "mamá"!

He aprendido que de la misma manera Dios me ama, me ama de manera desmedida, sacrificada y permanente. Dios quiere estar conmigo todo el tiempo y así como una madre, quiere verme feliz. Dios quiere verme crecer. ¡QUIERE ESCUCHAR MI VOZ! 

Me imagino el dolor que le causamos a Dios cuando nos alejamos de Él, cuando no oramos, porque no escucha nuestra voz. Me imagino el dolor que le provocamos con nuestro mal agradecimiento. Me imagino el dolor que le causamos cuando sufrimos como consecuencia de vivir lejos de Su presencia. Cuando caemos y nos lastimamos por nuestra necedad. 

Yo quiero proteger a mi hijo, quiero cuidarlo de personas malas, quiero cuidarlo de que se haga daño; pero sé que un día él tomara sus propias decisiones y yo podré hacer sólo lo que él me permita hacer. De igual manera Dios quiere cuidarnos; pero cuando nos salimos de Su cobertura es poco lo que Él puede hacer por nosotros aunque quiera. 

Yo disfruto mucho alimentar a mi bebé... Me hace sentir muy dichosa cuando me busca para que lo alimente, o cuando lo tomo en mis brazos y se calma porque simplemente como dice mi esposo "tiene mamitis". Me encanta saber que mi presencia lo alivia porque me quiere tener cerca. Que simplemente con mi olor sabe que todo está bien... Amo ver su alegría cuando escucha mi voz. Eso mismo le debe suceder a Dios. Proverbios 15:8 dice que "... La oración de los rectos es su gozo". Cuando le buscamos porque necesitamos ser alimentados por Su Palabra, porque necesitamos Su presencia, me imagino Su sonrisa. Me imagino a Dios diciendo "Aquí viene mi hija amada..." 

Ser madre me ha hecho ver a Dios claramente como madre también. Él me alimenta, me cuida, me protege, me ayuda a crecer... Me calma con su amor y quiere estar conmigo. Una madre no pudo sacar por ella misma tan grande amor, Dios tuvo que habernos enseñado. Tuvo que poner algo de Él en nosotras. 

Yo quiero que mi hijo quiera estar conmigo, quiero que él quiera amarme... De igual manera Dios quiere que queramos estar con Él y amarlo. Yo quiero estar con Dios, necesito Su paz, necesito Su amor, necesito que me enseñe a crecer. 

Dicen que nada se compara con el amor de una madre... Nada se compara con el amor de Dios. El Himno a la Madre Hondureña dice: "Porque no puede haber en la tierra una imagen más clara de Dios..." 

Definitivamente DIOS TIENE QUE SER MADRE!!!

Cinthya Jiménez de Yanez 
Pastora y Consejera Familiar 

Hijos: ¿Qué lugar ocupan?

Después de casi un año sin escribir en el blog por licencia materna... Me he dado cuenta de las muchas cosas que mi hijo me ha enseñado, quiero compartir una de ellas a través de estas palabras. No es mi intención ofender a nadie, sino más bien compartir una de las reflexiones más profundas que la experiencia de ser madre me ha traído. Tienen derecho a no estar de acuerdo conmigo.

Antes de ser madre, percibía en algunas parejas cristianas la alegría que provocaba la llegada de un bebé a sus vidas y a su matrimonio. Luego comencé a notar que algunas personas ya no se expresaban de su matrimonio o de Dios de la misma manera. Sus hijos se convirtieron en el centro de toda su vida. Y yo me preguntaba ¿Qué me pasará a mí cuando ese momento me llegue?. Después de 7 años y medio de matrimonio, el momento me llegó...

He escuchado a padres expresar "Mis hijos son la razón de mi vida..." A otros he escuchado decir "Mi hij@ es al amor de mi vida...". Y estas son hermosas expresiones de amor; sin embargo antes de tener a sus hijos Dios era la "razón de su vida" y su espos@ era el "amor de su vida". Y los hijos vienen a ocupar un lugar tan importante en nuestras vidas, tan absorbente, que podemos estar a un hilo de darles un lugar que ya tenía dueño. 

Estoy viviendo una experiencia maravillosa como madre y reconozco que fue Dios quien me otorgó el privilegio de serlo, lo esperé por mucho tiempo y al fin Dios me concedió este regalo maravilloso. ¿Cómo podría yo dejar a un lado al que dio vida a mi vientre?... Durante casi 20 años Dios ha sido la razón de mi existencia porque en todo lo demás que puse mi confianza, me falló. Las personas fallan, el éxito es temporal, los lugares cambian, los hijos un día se irán de casa y también fallarán una que otra vez. Dios es algo permanente, seguro y nunca me fallará. Por lo tanto DIOS ES LA RAZÓN DE MI VIDA... Es el motivo por el cual me levanto, porque en realidad es Él quien me levanta. Él es mi inspiración para hacer lo que hago, porque fue Él quien le dio sentido a mi vida, desde mucho antes que mi hijo llegara.

Mi hijo no es un estorbo para servir al Señor, ¡él es una bendición!... No voy a alejarme de Dios porque tengo un bebé que cuidar... Le voy a enseñar a mi hijo con mis acciones quién me concedió tan hermoso regalo y lo agradecida que estoy con Él porque me dio el honor de ser madre. 

Por otro lado pienso en el lugar que ocupa mi hijo en mi matrimonio... Profundamente enamorada del hombre con el que elegí casarme puedo decir: MI ESPOSO SIGUE SIENDO EL AMOR DE MI VIDA... ¿Cómo podría abandonar y descuidar al que plantó en mí la semilla de la vida? Yo no me hice madre sola... Mi esposo tuvo una gran contribución, si no me creen basta con que vean a mi hijo... ¡Es idéntico a él! Quiero agradecerle cada día de mi vida por tan inmenso regalo. 

Muchos matrimonios se vienen abajo con la llegada de los hijos porque se desenfocan... Un hijo crecerá seguro y estable si ve un profundo y genuino amor entre sus padres. Ningún hijo va a crecer con traumas porque ve a su madre amar a su padre... O porque ve a su padre atender como una reina a su madre... (Amén... Aleluya... Habla Señor!.. Ja ja) Sin embargo un hijo sí crecerá con el recuerdo de unos padres fríos entre ellos, esperando que en cualquier momento su matrimonio se acabe...

No quiero que me mal interpreten, mi hijo es una bendición incalculable en mi vida; pero él no ha venido a ocupar el lugar de Dios, ni el lugar de mi esposo... Un día mi hijo crecerá, se casará, decidirá dónde servirá al Señor, se irá de nuestro lado, y mi esposo y yo nos quedaremos solos otra vez. 

Pienso en lo que le pudo haber pasado a Abraham... Un hombre avanzado en edad que soñaba ser padre, fue llamado "amigo de Dios" y Dios le concede a Su amigo aún en su vejez el sueño de ser padre. No está en la Biblia; pero yo me imagino a Abraham tan feliz con su hijo, tan emocionado de que el sueño se cumplió... Me lo imagino tan ocupado en sus labores de padre, que quien sabe, tal vez descuidó su relación de amistad con Dios. Un día Dios le dice "sacrifícame a tu amado Isaac...". A parte del contexto histórico y socio cultural de la época... Yo quiero pensar un poco en que Dios quiso redireccionar las prioridades de Abraham... Como que Dios quería sacudirlo un poquito y decirle "Hey Abraham... ¿Recuerdas cómo anhelabas ser padre?, Abraham... ¿Recuerdas cómo me pedías este milagro? Yo te lo concedí... Mírame Abraham, sigo estando aquí para bendecirte aún más..." 

Por favor los exegetas y eruditos de la Biblia no me crucifiquen por esta interpretación, es mi visión como consejera familiar... No puedo evitar la tentación de sacar lecciones para la familia de las historias Bíblicas... 

Como conclusión puedo decir que, cada persona importante en nuestra vida ocupa un lugar especial, por eso es "importante"; pero procuremos que nadie usurpe el lugar de nadie... Porque si esto sucede el que se ve usurpado se tiene que ir, porque ya no hay un lugar para él. 

Ama a tus hijos, valora a tus hijos, cuida a tus hijos, dedícales tiempo; pero también has lo mismo con Dios y con tu cónyuge. No pongas a tus hijos como una excusa porque ellos son una bendición, no un problema. 

¿Dios sigue siendo tu razón de vivir?... ¿Tu cónyuge sigue siendo el amor de tu vida?

Y quiero aprovechar para agradecer a mi esposo por todo su amor y cuidado... Sería una loca si no lo reconozco... Amor, quiero amarte y cuidarte, tal como lo prometí en el altar hace casi 8 años. Te prometo que haré mi mejor esfuerzo... Y sé que juntos le demostráremos a nuestro hijo el profundo amor que tenemos hacia Dios, porque como cabeza del hogar me lo has demostrado a mí primero. ¡Te amo profundamente!

¡Valoremos y amamemos!

Cinthya Jiménez de Yánez
Pastora y Consejera Familiar