miércoles, 22 de julio de 2015

Papi, mami ¿Quién es Dios?



¡Cuántas bendiciones anhelamos para nuestros hijos! Cuando nos convertimos en padres nos invade un temor tan grande por ellos. Lo único que le pedimos al Señor es que los cuide y los bendiga. El problema es que queremos la bendición de Dios para nuestros hijos; pero no queremos mostrarles a Dios.

Muchos padres jóvenes se dan el lujo de dejar a Dios de lado en su vida y en su familia, cuando los hijos son pequeños no hay grandes conflictos y por eso "Dios no es importante" excepto cuando se enferman. Ahí sí que le pedimos a Dios un millón de milagros y le hacemos cientos de promesas que nunca vamos a cumplir.
 
 
Para muchos padres jóvenes da igual ir a la iglesia un domingo o ir con sus hijos al estadio, a la playa, al cine o simplemente quedarse un tiempo "en familia" en casa. Y de esta manera les estamos enseñando a nuestros hijos que Dios NO ES IMPORTANTE EN NUESTRA FAMILIA. Pero hay que pedirle que nos bendiga... Me imagino que eso debe hacer un cortocircuito en la mente de los niños. ¿Cómo es que alguien que no es importante para nosotros puede concedernos tanto?

Para muchos padres Dios comienza a existir o a ser relevante cuando sus hijos entran en la adolescencia. Porque es aquí donde aparecen temas como drogas, rebeldía, sexo, bajas calificaciones, etc. Y es ahí donde comienzan a pedir oración, a visitar más seguido la célula y la iglesia. Y peor aún, comienzan a obligar a sus hijos adolescentes a ir a una iglesia a buscar de un Dios que ellos como padres NUNCA DIERON PRIORIDAD

Se dice que la mejor herencia que los padres podemos dejar a nuestros hijos es la educación. Y yo creo que es una buena herencia; pero LA MEJOR HERENCIA QUE PODEMOS DEJARLE A NUESTROS HIJOS ES A DIOS EN SU CAMINO. Y digo porque:
    - Si les dejamos educación pueden tener títulos; pero sólo Dios abre las puertas.
    - Si les dejamos dinero, pueden alcanzar bienestar; pero sólo Dios nos orienta a ser buenos administradores para que el dinero no sea un amo y un factor de perdición. 
    - Si no les dejamos nada, Dios es el proveedor de TODAS LAS COSAS. 

Sólo Dios puede darle a nuestros hijos todo lo que nosotros como padres no podemos darles. Si les dejamos a Dios en sus vidas ellos podrán tener consuelo en el día de la tristeza; tendrán auxilio en el día de la prueba; tendrán provisión en el día de la escasez; tendrán paz en el día de la tribulación; tendrán sanidad en el día de la enfermedad y tendrán salvación en el día de su muerte. ¿Acaso hay algo mejor para heredar?

Si realmente quieres lo mejor para tus hijos, muéstrales a Dios en tu vida. No los lleves a la iglesia esperando que "alguien" les dé un buen ejemplo o que "alguien" les enseñe a amar a Dios porque esa es tu responsabilidad. 

                                      
    
No porque sean pequeños significa que no entienden. Desde ya tus hijos saben quien es importante en la familia. Si saben que hay una tía a la que nunca visitas, saben que no te gusta ir a la casa de los abuelitos... ¿Tú crees que no saben si Dios es alguien importante en tu vida? Entre más pequeños estén para que les enseñes a amar a Dios será mejor. 

No esperes que llegue la adolescencia o los días de rebeldía de tus hijos para buscar ayuda. Asegúrate desde ahora que tu hijo teniendo a Dios como prioridad en su vida tendrá la fortaleza para decir no a las drogas. Asegúrate desde ya que tu hija amará más a Dios que a cualquier vago que se aparezca en su camino pidiéndole su cuerpo. 

Y de la única manera que puedes mostrarles a Dios en tu vida es amando a Dios más que tu hobby, más que tus vacaciones, más que tu cansancio, más que tu trabajo, más que a ti mismo. Es diciendo a tus hijos "Dios es primero"... No sólo con palabras sino con hechos. Cuando oras en casa agradeciendo por los alimentos; cuando les lees la Palabra antes de dormir; cuando la música que se escucha en casa honra a Dios; cuando mis palabras honran a Dios; cuando en mi tiempo Dios y su servicio es prioridad; cuando en la iglesia me ven cantar con la misma alegría he lo hago en casa. Cuando al Dios que al que adoramos como familia el domingo, es el mismo que adoramos en casa y no es un desconocido. 

Me da tanta tristeza escuchar a padres jóvenes decir: "Yo no sirvo a Dios o no voy a la iglesia porque tengo hijos pequeños" como si sus hijos fueran un problema. Cuando escucho esto me parece que están renegando delante de Dios por esos hijos. Cuando la Palabra nos enseña que:
«Los hijos que tenemos son un regalo de Dios. Los hijos que nos nacen son nuestra recompensa. Los hijos que nos nacen cuando aún somos jóvenes, hacen que nos sintamos seguros, como guerreros bien armados. Quien tiene muchos hijos, bien puede decir que Dios lo ha bendecido.» Salmos 127:3-5 TLA. 
Los hijos son una bendición, no un problema. 

El día que presenté a mi hijo ante el Señor, fue un día muy importante para mi vida como madre. Porque no se trató de un mero ritual de bendición para mi hijo, sino mi promesa y compromiso delante de Dios de esforzarme en ser el mejor modelo para él, quiero que mi hijo conozca a Dios porque lo ve en mí y que aprenda a amarlo mucho más de lo que yo lo amo.

Nuestros hijos son nuestra mejor razón para vivir una vida consagrada totalmente a Dios. Porque al final lo único que podemos dejarles es nuestro ejemplo de vida. 

La mejor herencia que tenemos para darles es a Dios en sus vidas. ¡Comienza hoy!

Cinthya Jiménez de Yánez
Pastora y Consejera Familiar




martes, 7 de julio de 2015

Votos matrimoniales ¿Era en serio?



¡Qué día tan hermoso aquel cuando nos prometimos amor eterno! La boda soñada, el vestido hermoso, la celebración más importante de nuestra vida. ¡Una fecha inolvidable!

Lamentablemente lo que sí se olvida son las promesas que hicimos ese día en el altar. Hoy en día el matrimonio es perfecto sólo en las fotos. Porque en la vida real muchos decidieron dejar a un lado lo que se prometieron delante de personas importantes y más grave aún, delante de Dios. Y el matrimonio se ha vuelto "desechable". Sin embargo no me quiero enfocar en esto, sino más bien en los votos...

¿Quién recuerda los votos de su boda? La verdad yo no... Estaba tan feliz y emocionada que no tengo la más mínima idea de lo que prometí; pero todos sabemos que lo tradicional es decir que "Aceptamos estar juntos en la salud y en la enfermedad; en la riqueza y en la pobreza; hasta que la muerte nos separe"... ¡Oh Dios mío qué palabras más importantes! Y NO LO RECORDAMOS!!!

Yo tengo que decir que últimamente he estado reflexionando en esos votos, que aunque no los recuerdo tuvo que ser algo parecido a eso. Y digo esto porque en mi matrimonio estamos pasando por la parte de "en la salud y LA ENFERMEDAD"... No ha sido problema estar unidos en la pobreza porque lo hemos sobrellevado con fe en momentos difíciles; pero este tramo de la enfermedad y cumplir con lo prometido en el altar, ha sido duro.

Uno promete estar ahí en la enfermedad; pero creo que en ese momento pensamos (si es que pensamos...) en una enfermedad pasajera como una gripe, una pierna quebrada o algo leve. Sin embargo cuando una enfermedad crónica toca a la puerta de tu matrimonio... Ahí es donde el voto se pone a prueba.

Mi esposo sabe muy bien lo difícil que es cumplir con este voto. Creo que jamás se imaginó que sería tan difícil; PERO ESTOY TOTALMENTE AGRADECIDA CON ÉL POR SU VALENTÍA! No ha sido fácil para él tener que verme "apagada" porque simplemente no funciono. Ha tenido que salir adelante como cuando una pierna no funciona bien, cojeando porque yo no estoy al 100% a su lado; pero ¡Él está al 1000% al mío!. Ha sido tan valiente al tener que partirse en dos para acudir ante el llanto de mi bebé y mis gritos de dolor en las noches; ha tenido que dividir los ingresos entre el alimento y las medicinas y cuando no hay, ingeniarse la manera de conseguirlo. Ha tenido que aprender a cocinar y hacer cualquier labor de la casa por los días que mi cuerpo simplemente no quiere funcionar y para que yo esté tranquila. Ha tenido que sacar adelante las labores pastorales solo y poner cara de fuerte aunque esté preocupado y agotado.

Mi esposo sabe muy bien de lo que se trata este voto porque aunque sea muy difícil, cada día me demuestra con hechos que lo dijo en serio. Yo no lo merezco; porque la otra parte del voto se trata de dejarse ayudar en la enfermedad y también es difícil ver a tu ser amado desgastarse por amor. Es difícil saber que hay tanto que hacer y no poder colaborar y simplemente dejarse cuidar. No lo merezco porque tal regalo, tal sacrificio, tal acto de amor no se puede ganar con nada. 

El paso por la enfermedad ha sido muy duro; pero saber que lo que un 15 de diciembre del 2006 prometimos ante Dios es real, me da fuerzas para seguir adelante y hacer que valga la pena el esfuerzo de mi pastor, mi enfermero, mi consejero, mi paño de lágrimas, mi mejor amigo, el esfuerzo del amor de mi vida. Sólo quiero decir hoy: GRACIAS GERARDO YÁNEZ POR ESA CLASE DE AMOR! Tu amor me levanta, me sana, me da vida y sé que sólo Dios te puede enseñar cómo amar así. Te amo... Prometo hacer valer tu esfuerzo como esposo, como padre y como hombre de Dios. 

Muchos ante una enfermedad grave o ante una crisis económica o de cualquier tipo abandonan el barco porque no creían que esos votos eran en serio; pero sólo hasta que tienes la oportunidad de ponerlos en práctica te das cuenta si lo que prometiste era cierto o no. El verdadero amor matrimonial consiste en levantar al otro cuando esté caído; en estar ahí no para sacar provecho del otro sino para entregar tu vida por su bienestar. ¿Cómo lo sé? PORQUE MI ESPOSO ME ENSEÑA SOBRE ESE TIPO DE AMOR TODOS LOS DÍAS. De él estoy aprendiendo...

¿Fue cierto lo que prometiste? ¿Has cumplido con tus votos matrimoniales como deberías hacerlo? Ningún sacrificio o esfuerzo está fuera del verdadero amor. Se necesita ser valiente y hasta heroico para cumplir con estos votos. 

¡Los héroes sí existen! Yo conozco a uno que me llama "esposa".

Cinthya Jiménez DE YÁNEZ 
Pastora y Consejera Familiar


viernes, 17 de abril de 2015

Un ladrón en casa

¡Hemos invitado a un ladrón a nuestra casa

Sí, así es. Y comparte con nosotros como si fuera de la familia, y muchas veces lo tratamos mejor y le dedicamos más tiempo que a los propios miembros de la familia. Este ladrón ha venido con una invitación de nuestra parte, y hasta hemos pagado para que venga... Y con fuerza ha llegado a robarnos tiempo, relaciones importantes, habilidades y muchas cosas más.

Este ladrón a quien gustosamente hemos invitado a la casa se llama TECNOLOGÍA. Y por favor no me mal interpreten, a mí me encanta la tecnología y los que me conocen lo saben; sin embargo hemos llegado a un punto en donde nuestras vidas con y en la tecnología es más importante que la vida real.

Y ¿Por qué digo que la tecnología nos roba? Porque con tantas cosas "Smart" que nos "faciliten" la vida, nos estamos perdiendo de muchas cosas importantes. Por ejemplo ya casi nadie escribe a mano, todo es a través del celular o la computadora y si esto tampoco le gusta, tiene la opción de "dictado". Otro caso son las calculadoras que nos "evitan la fatiga" de tener que hacer operaciones matemáticas mentalmente.Y no digo que sea malo, yo uso cada una de estas opciones. Lo peligroso es que dejemos de practicar habilidades que son beneficiosas para nuestro cerebro.  

Pero esto es secundario. Lo que más me preocupa es que la tecnología nos está robando el tiempo en familia. Las consolas de videojuegos, las computadoras, la televisión, estos siempre han sido factores distractores en la familia; pero no pueden faltar los benditos "Smartphone".

Hoy quien no tiene un Smartphone es un fenómeno y es acusado a veces de "tacaño" o de "anticuado". Son múltiples los beneficios que obtenemos con uno de estos celulares si sabemos utilizarlos con prudencia; pero también si no los usamos de manera "inteligente" nos pueden causar serios problemas familiares.

 Muchas veces estamos completamente inmersos en nuestro mundo virtual revisando las redes sociales, conversando por chat o simplemente jugando alguno de los cientos de jueguitos que muy "amablemente" nuestras amistades del face nos envían a cada rato y por estar en estas, descuidamos lo que realmente es importante: LA FAMILIA. 


Uno de los problemas familiares que nos trae el no utilizar esta tecnología correctamente es la discordia entre pareja. Algunas parejas se pelean entre sí porque se cuestionan por tanto tiempo que pasan chateando y se siembra la duda si hay otra persona entre ellos debido a las largas conversaciones por chat. Y aunque no sea así, se siembran dudas y celos innecesarios porque en lugar de dedicar tiempo en pareja estamos metidos en el celular día y noche. O aunque no haya celos de por medio el otro se siente desplazado por un aparato. Me pregunto yo ¿Será este un tipo de infidelidad?.


Otro conflicto es entre hijos y padres. Hoy en día ¡niños tienen celular! Tienen su propia laptop y ni se diga de las consolas de videojuegos. Y hemos permitido que esta tecnología nos robe tiempo valioso con nuestros hijos. Preferimos que se queden quietos embobados con estos aparatos y que "no molesten" y de esta manera viven cada vez más alejados de las relaciones cara a cara. Como consejera familiar no recomiendo que los niños y adolescentes tengan internet en sus celulares y tampoco que tengan una computadora en su habitación. Esto es darles una responsabilidad más grande de la que puedan soportar. Hay tantas cosas en el internet que están al alcance de un clic y como padres debemos ser cuidadosos y responsables de lo que nuestros hijos ven y escuchan. 


Y por último, la tecnología mal utilizada nos está robando el valioso tiempo que como padres debemos dedicar a nuestros hijos. Mamá y papá ni voltean a ver a su niño o niña porque "están ocupados" atendiendo asuntos en su teléfono celular. Y equivocadamente creemos que la llamada, el mensaje o el post es más importante que la necesidad inmediata de los hijos. Y fríamente no lo pensamos o decimos; pero nuestras acciones así se lo están indicando a ellos. 

Que terrible es ver familias que se sientan a la mesa y el invitado especial en ella es el celular. Ya sentarse a la mesa dejó de ser un momento importante como familia porque cualquier sonido que emita esa cosa será más importante que compartir un momento especial con los nuestros. 

Reflexionemos. Seamos sabios y utilicemos correctamente la tecnología y no permitamos que nos robe momentos únicos en familia. Si valora ciertos momentos del día con los suyos, olvídese de ese aparato y dedique tiempo a lo que realmente vale la pena, al menos durante los momentos que son sagrados como familia, si es que los tenemos.

Usemos la tecnología y no dejemos que ella nos use a nosotros.

Cinthya Jiménez de Yánez
Pastora y Consejera Familiar