domingo, 21 de enero de 2018

Mujer: ¡Eres más que lo que haces!

Ser mujer es hermoso! Tenemos la bendición de ser muy talentosas, multifacéticas y casi unas heroínas del hogar; sin embargo por ser tan talentosas puedo decir que SER MUJER ES MUY AGOTADOR!!! Casi siempre estamos haciendo algo para alguien más: el trabajo, los hijos, el esposo, la casa, la Iglesia...


Y después de todo esto ¿QUÉ NOS QUEDA? Pues nos queda un enorme cansancio, un enorme vacío personal aunque con una grata satisfacción de ser “útiles”. Y es por eso que muchas veces aunque estemos enfermas nos toca seguir adelante y cumplir, porque creemos que somos máquinas de trabajo y que NO TENEMOS DERECHO A PENSAR EN NOSOTRAS; pero mujer, nosotras somos mucho más que lo que hacemos. 

Muchas mujeres se sienten cansadas porque se la pasan queriendo agradar a todo el mundo haciendo cosas y lastimosamente muy pocas veces obtenemos un “gracias” y esto nos cansa. Y lo peor de todo es que a pesar de que parecemos máquinas trabajando y haciendo cosas NUNCA ESTAMOS CONFORMES CON LO QUE HACEMOS. Siempre tenemos quejas de nosotras mismas.

Las mujeres tenemos el mal hábito de compararnos con otras mujeres, y cuando ves que otra mujer que tiene la misma cantidad de hijos que tú (o hasta más) siempre anda bien arregladita, sus hijos impecables y quizá tú te sientes como una pelusa con pies, te sientes la peor mujer del mundo. Tenemos el mal hábito de sentirnos “malas madres” porque alzamos la voz y hasta nos daría vergüenza que alguien sepa cómo somos en casa. Nos sentimos “malas esposas” porque no pudimos atender a nuestro esposo como ameritaba porque tuvimos que atender una emergencia de cualquier tipo. Nos sentimos malas en lo que hacemos, nos sentimos malas por cómo nos vemos, nos sentimos malas por lo que hacemos y por lo que no hacemos, ¡Malas en todo!!! 

Lo que quiero decirte hoy es que nuestro valor no está supeditado a las actividades que realizamos, ¡LAS MUJERES NO VALEMOS POR LO QUE HACEMOS, SINO POR LO QUE SOMOS!. No importa qué tan mala madre crees que eres, para tus hijos la vida no sería la misma sin ti… para ellos ¡Eres única! No importa qué tan mala esposa crees que eres, ese hombre se casó contigo para que seas su compañera no su empleada doméstica así que ámalo y disfruta tu matrimonio. ¡Tú eres el sol de tu hogar!

Por mis problemas de salud a veces no puedo moverme y me he dado cuenta ahí en la incómoda quietud, que ¡MI FAMILIA ME SIGUE AMANDO IGUAL! Tuve que estar en cama obligatoriamente para darme cuenta que yo no soy lo que hago. Soy simplemente yo y debo amarme, conocerme, CONSENTIRME PORQUE MEREZCO UN ESPACIO PARA MÍ. Si no puedo darme un espacio a mí misma, no tendré suficiente para los que amo. 

Mujer, eres valiosa no porque tengas que demostrar lo bien que cocinas o cómo controlas un berrinche de tus hijos, sino porque en tu interior hay belleza, hay generosidad, hay nobleza, hay amor infinito por los tuyos. Dios te ha dado valor, te dignifica, te ama, te cuida, te consiente, te ha hecho bella. Entonces ¡Vale la pena cuidar esa belleza! Dedica tiempo para hacer algo que te gusta y recárgate de vida para seguir adelante. Tómate un descanso, disfruta de un buen café y que esté CALIENTE, PORQUE TE MERECES ESO Y MUCHO MÁS. 

Estás haciendo un excelente trabajo cada día porque lo haces con el corazón. Aunque nadie te diga “gracias” por hacer lo que haces, hay uno allá arriba a quien no se le escapa ni una sola de tus actividades diarias. Tu recompensa viene de Él y también al ver a tu familia bendecida cada día por tu abnegada labor. 

Mujer, respira… piensa en lo grandiosa y poderosa que eres al hacer el esfuerzo que haces y dale gracias a Dios porque puedes hacerlo. Disfruta tu loca vida, sonríe en medio del caos y recuerda: ¡ERES MÁS, MUCHO MÁS QUE LO QUE HACES!!! 

CINTHYA JIMÉNEZ DE YÁNEZ 
PASTORA Y CONSEJERA FAMILIAR 

miércoles, 17 de enero de 2018

Cristianos Zombies



Hoy en día están muy de moda las series y películas de zombies, personalmente no es un género que sea muy de mi agrado. El ser humano ha alucinado por muchos años con este tema de "los muertos vivientes"; sin embargo, creo que ya hemos estado viviendo esta experiencia y quizá no lo hemos notado.

Analicemos algunas características de los zombies: caminan aunque están muertos, se alimentan de gente viva, su condición se puede contagiar fácilmente y son realmente feos... cuando pienso en la Iglesia, me doy cuenta que tenemos "cristianos zombies" personas que van a la iglesia pero no tienen ningún tipo de vida espiritual como el estudio de la Palabra o búsqueda del Señor en oración; además se la pasan criticando a los que están sirviendo; contagian sus malas actitudes fácilmente porque contaminan a otros y son de mal testimonio para la Iglesia del Señor. 

Una de las pocas películas de este género que me ha parecido interesante es la película "Guerra Mundial Z". Llamó mucho mi atención el hecho de que los zombies no veían a las personas vivas que estaban enfermas. Y puedo usar esto como una analogía con los "cristianos zombies" en las iglesias, ya que estos son incapaces de ver la necesidad en las otras personas. Hay gente que necesita que le llevemos una Palabra de esperanza, que le demos la mano en momentos difíciles; sin embargo los "cristianos zombies" no los ven, porque lo único que quieren es saciar sus propias necesidades personales.

Algo más que pude ver en esta película es que para sobrevivir en un mundo de zombies tenían que contagiarse de una enfermedad y así pasar desapercibidos. Y es que es más fácil ser el "ayudado" que ser el "ayudador". Al ver tanta necesidad espiritual, para muchos es más fácil unirse al status qúo y pensar en sus propias necesidades antes que ayudar a otros. 

A través de esta reflexión no quiero que alguien se vaya de la Iglesia porque se identifica como un "cristiano zombie" más bien mi propósito es que reflexionemos y cambiemos porque lo que Dios quiere para nosotros es que tengamos una vida en abundancia (Juan 10:10). Vivimos en un mundo en donde debemos levantarnos para ser sal y luz y no quedarnos simplemente vegetando en la iglesia, cómodos o hasta sin vida espiritual. 

"Antes, ustedes estaban muertos para Dios, pues hacían el mal y vivían en pecado; Por eso, aunque estábamos muertos por culpa de nuestros pecados, él nos dio vida al resucitar a Cristo. Nos hemos salvado gracias al amor de Dios." Efesios 2:1‭, ‬5 TLA 

Este texto nos hace ver que hay un estado de muerte espiritual aunque estemos vivos físicamente; pero el deseo de Dios es que tengamos VIDA. 

Examinemos nuestra vida espiritual, reflexionemos sobre estas características de los "cristianos zombies" y no seamos parte de ellos. Llevemos vida a un mundo desesperado por ella. Vivamos en abundancia como es el deseo del Señor.

Cinthya Jiménez de Yánez 
Pastora y Consejera Familiar 

El Divorcio es un Espejismo





Hoy en día el divorcio se ha convertido en la salida más rápida ante un matrimonio infeliz. Muchos piensan que es su boleto de salida del infierno que algunos creen estar viviendo con su cónyuge; sin embargo, como muchos otros atajos en nuestra vida, el divorcio es un espejismo.

Las parejas que comienzan su separación piensan que es un "momento difícil" que se acabará cuando firmen un documento que los haga libres. Piensan que "es lo mejor para sus hijos" porque es mejor estar separados que ser infelices. Y así son muchas las ideas equivocadas que las parejas manejan sobre el divorcio. Hay muchos matrimonios que piensan que saben lo que se les avecina al enfrentar un divorcio y por más señales de advertencia que encuentren en el camino, terminan resbalando en el agujero interminable de consecuencias llamado "Divorcio".

En primer lugar, el divorcio promete "libertad y paz" cuando en la realidad lo que otorga es una enorme sensación de frustración, soledad, fracaso y dolor. Las personas que se separan deben enfrentar la sensación de haber fracasado en algo trascendental en sus vidas y los persiguen sentimientos de culpabilidad y pasan por las etapas normales de la crisis como cuando se enfrenta cualquier otra situación grave. 

En segundo lugar, el divorcio promete "una nueva oportunidad de comenzar y hacer las cosas bien" y en realidad lo que otorga es un ciclo de tropiezos amorosos en búsqueda del "verdadero amor". Muchas parejas se separan y luchan con su autoestima para tener el valor de comenzar una nueva relación. Y hay personas que son incapaces de estar solas y se dan cuenta de eso cuando se involucran en una y otra relación que les termina acabando lo poco que les quedaba. Y hasta llegan a pensar "mi espos@ era mejor que esto". Y ni hablemos de los efectos negativos que está conducta genera en los hijos, que se quedaron sin padres porque ellos ahora están en "búsqueda del verdadero amor". 

En tercer lugar, el divorcio promete "estabilidad en los hijos" cuando en realidad lo que ofrece es la ruptura total y permanente del mundo de sus hijos. El único mundo que sus hijos conocen es su familia, cuando los padres se separan, su mundo se viene abajo... en el corazón y mente de los hijos siempre va a existir el más grande y feroz monstruo de todos los tiempos: el divorcio de sus padres. Ellos siempre van a preferir que sus padres estén juntos, aunque su relación no sea perfecta, aunque no tengan todas las comodidades económicas; pero están juntos y eso es una enorme lección de vida para ellos; pero este punto es tema para un libro entero.

Definitivamente siempre hay casos especiales, hay casos donde existe violencia, infidelidad y vicios en donde se hace casi imposible continuar con el matrimonio; pero la mayoría de divorcios hoy en día se tratan de incapacidad para negarse a sí mismos y hacer feliz al otro. Y si era tan bonita la idea del divorcio ¿Por qué duele tanto? Porque como seres humanos somos egoístas y preferimos tener la razón antes que ceder y ser mejores. 

No digo con todo esto que es imposible superarlo, claro que con esfuerzo y ayuda de Dios se puede superar; pero después de un tiempo de restauración personal y familiar. Al menos los adultos pueden lograrlo aunque la huella en los hijos nunca desaparecerá. Los que han tenido que vivir esta dolorosa situación saben de lo que hablo.

El matrimonio no se trata de que mi cónyuge "me haga feliz" se trata de que es mi responsabilidad hacer feliz a la persona que amo. Dejemos el egoísmo a un lado, dejemos las indiferencias, hablemos como gente pensante y madura que decidió unir sus vidas hasta la muerte. Al final, nos va a salir más barato esforzarnos ahora y salvar el matrimonio, que enfrentarnos a la ola de problemas que conlleva un divorcio, porque no es una salida real... es un espejismo. 

Cinthya Jiménez de Yánez
Pastora y Consejera Familiar

miércoles, 13 de julio de 2016

Cuando los hijos hieren a los padres


Es muy común escuchar historias de cuánto daño pudo haber recibido un hijo de sus padres. Es común oír a un hijo expresar su dolor porque su padre o su madre le marcaron de forma negativa. Es común escuchar frases como “mi madre me marcó con sus gritos” o quizá “mi padre me dañó cuando se la pasaba horas trabajando y no estaba en casa”.

La verdad es que como padres tenemos una inmensa responsabilidad al criar a nuestros hijos. No es nada fácil y siempre se ha dicho que los niños no vienen con instructivo incluido. Nos toca aprender a ser padres a través de los errores, es en el camino que se aprende a ser un buen padre o una buena madre. Lo cierto es que sí… los padres hemos dañado a nuestros hijos. Probablemente les hemos marcado y les hemos lastimado de por vida; pero ¿Qué de aquellos padres que han sido heridos, lastimados y marcados de por vida en forma negativa por sus hijos?

Los padres callan cuando un hijo les lastima. Una madre llora en soledad al sentirse humillada por sus hijos. Pocas veces se escucha decir a un padre “Mis hijos me han lastimado”. Porque los padres “deben” aguantar todo… al menos eso es lo que los hijos piensan. ¿Qué pasa cuando un hijo les grita a sus padres y les hace sentir que todo lo que han hecho no ha servido? ¿Qué pasa cuando una hija se va de casa con el vago que sus padres le advirtieron que no frecuentara? ¿Qué pasa cuando un padre de familia se esfuerza horas largas de duro trabajo para que sus hijos estudien, y estos no valoran ese esfuerzo y reprueban una y otra vez? Todas estas cosas que pasan en el día a día de las familias hieren a los padres.

Un padre y una madre también son seres humanos. Muchas veces creen que están haciendo mal su trabajo como padres y es necesario que sus hijos les digan de vez en cuando “Papi, mami, gracias por todo lo que haces por mí”. También los hijos deben pedir PERDÓN a los padres cuando les han gritado, cuando no han valorado su esfuerzo, cuando han creído que los padres están en la obligación de darles o hacer todo cuanto los hijos quieran, cuando la verdad es que los padres hacemos TODO POR AMOR.

Si tú eres un hijo que nunca se ha puesto a pensar en cómo estará el corazón de sus padres, hoy te invito a tomarte un momento para meditar, para reflexionar en cuántas veces has lastimado el corazón de los que más te aman. Quizá nunca te has puesto a pensar en si ese grito, esa actitud, esa mala cara lastimó a tus padres; pero la verdad es que sí, sí los lastima tu actitud, tus malas miradas, tus palabras hirientes, tu indiferencia. Un día ellos no estarán y si no los valoras sólo quedarán remordimientos.

Ama a tus padres, pídeles perdón y la próxima vez que quieras hacer un berrinche, piensa en cómo tu actitud podría dañarles. Ellos quizá nunca te reprocharán ni sacarán en cara todo el esfuerzo que han hecho para darte lo mejor. Siempre he creído que, si los hijos recordáramos nuestros primeros 5 años de vida, seríamos hijos más agradecidos, más conscientes, más amorosos. Por eso es que se dice que uno aprende a ser buen hijo cuando se convierte en padre o madre, porque hasta ahí nos damos cuenta de todo el sacrificio que conlleva la paternidad.

Aunque los hijos griten a los cuatro vientos el daño que sus padres les han hecho, un padre o una madre guardará silencio ante el dolor provocado por sus hijos, solo por amor.

“Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.” Efesios 6:2, 3
Cinthya Jiménez de Yánez
Pastora y Consejera Familiar

lunes, 16 de mayo de 2016

El día que la tierra tembló


A lo largo de mi corta vida sobre esta tierra he sido testigo de muchas situaciones tristes y dolorosas, he sido testigo de un golpe de estado, también del azote de un huracán categoría cinco, de un terremoto categoría siete, de amenazas de erupciones volcánicas, de actos de violencia cotidiano entre muchas otras más.

 No quiero que me malinterpreten no es que me estoy quejando o que mi vida ha sido un constante sufrimiento, tampoco quiero que piensen que tengo el don de mártir.


El sábado 16 de Abril del 2016 el Ecuador sufrió una de las tragedias más grandes en su historia, un terremoto de 7.8 grados, sin duda los efectos fueron desastrosos, fueron cientos las víctimas, y miles las personas que perdieron absolutamente todo, después de experimentar este suceso varias preguntas empezaron a circular por mi cabeza, una vez más me atacaron como cuando en otro momento pase por alguna de estas cosas. Una de ellas fue ¿Qué debería aprender de esta situación?

 La vida misma no sería suficiente para dar respuestas lógicas del porque tanto dolor y sufrimiento a través de las tragedias y fenómenos naturales. Una tragedia como esta no sólo destruye edificaciones y la infraestructura de una nación, sino que también la esperanza y la alegría; hace pedazos el ánimo social. En una situación como esta no hay alegría y júbilo, ya no hay planes a futuro, no hay seguridad; con un cuadro tan desgarrador como este podríamos pensar, que ya todo está perdido y que no hay esperanza.

Conozco esa sensación, esa desesperanza, esa tristeza profunda, ese dolor y esa impotencia al ver tanta necedad y tan poco que hacer; pero pienso que detrás de todo lo negativo, de todo el dolor y la tristeza, podemos ver más allá y es que una tragedia como esta nos da muchas oportunidades por ilógico que parezca.

 En primer lugar, nos da otra perspectiva de la vida y saber que somos vulnerables, que somos frágiles que la vida se puede acabar en cualquier momento y en cualquier circunstancia, a veces nos sentimos intocables y esto nos llena de orgullo, debemos entender que hoy estamos, mañana, sólo Dios lo sabe.

En segundo lugar, lo que podemos aprender es a valorar a nuestros seres queridos especialmente a nuestra familia, hoy son muchas las familias donde el luto es el acompañante, no sólo porque perdieron a un familiar sino a varios. Conocí el caso de una familia que estaba compuesta por 40 miembros y 15 de ellos fallecieron. No podemos esperar a una tragedia para unirnos como familia y expresarnos el cariño y el amor.

En tercer lugar, creo que una tragedia como esta nos permite estar más sensibles a buscar y acercarnos a Dios. Lamentablemente el ser humano desde la creación le ha dado la espalda y ha vivido su existencia bajo sus propias leyes y gobierno, el sufrimiento es una buena excusa para acercarse más a Aquel que está dispuesto a consolarnos.

 En cuarto lugar, creo que la tragedia es una buena oportunidad de sacar lo bueno en nosotros; pero lamentablemente la tragedia también a veces saca lo malo sin lugar a dudas. Lo bueno sería volvernos más sensibles ante la necesidad y actuar en favor del necesitado, estar unidos, compartir con el que no tiene, ser agradecidos porque posiblemente nuestra realidad ante esta tragedia es más dichosa que la de otros, lo malo es cuando nos volvemos mezquinos, fríos e indiferentes.

 Como cristianos no deberíamos esperar estas tragedias para orar constantemente e intensamente por esta nación y por sus habitantes, para recoger víveres y llevarlos al lugar donde hay necesidad.

Por último, lo que he aprendido y visto en mi experiencia ante estas situaciones es que aún de las cenizas Dios puede levantar una nación y de los escombros levantar nuevas bases, no sólo de concreto sino de escala de valores.

El Ecuador está herido, pero no muerto; está triste, pero no solo ni desamparado; está desesperado, pero no sin esperanza. Con la ayuda de Dios y todas las manos que se unan a trabajar por este hermoso país, ésta será sólo una más de las historias de héroes anónimos que se contarán las futuras generaciones, de la fuerza y el corazón de una nación que se levantó de una tragedia.  Pero también de la fidelidad de Dios, de la solidaridad humana, del día donde todos nacionales y extranjeros tuvimos una sola bandera.



¡Dios bendiga al Ecuador!

Gerardo Yánez

Pastor  y Teólogo

lunes, 1 de febrero de 2016

Abuelos Castradores

                       
                                        
Desde hace algunos meses viene dándome vueltas en la cabeza este tema de los padres que hacen todo por sus hijos adultos, sin darse cuenta del mal que les hacen, no solamente a ellos sino también a sus nietos. Por eso decidí escribir esto.

¿Qué es un "Abuelo Castrador"? Son esos padres que con el buen deseo de "apoyar" a sus hijos "en todo" los malcrían como padres; los incapacitan para desarrollar su labor paternal; les niegan la oportunidad de crecer y de hacerlo por su propia cuenta... En fin, los castran.

Estos hijos son castrados como personas en primer lugar porque no son capaces de tomar decisiones por sí mismos si papi y mami no están de acuerdo o no tienen participación en la decisión. 

También son castrados como hijos porque nunca pueden ser lo que sus padres anhelan, justamente por esta sobreprotección no tienen la fortaleza suficiente para luchar por lo que quieren y honrar verdaderamente a los padres, sino más bien lo que hacen es "darles gusto".

Estos hijos son castrados también como padres porque están bajo la sombra de sus propios padres, siempre. No son capaces de crecer como padres y tomar su responsabilidad como tal porque papá y mamá "siempre están ahí". Están ahí cuando se quieren ir de farra y seguir con su vida de solteros, están ahí cuando tienen que acompañar a sus hijos en momentos trascendentales y no saben cómo actuar, momentos como: primera menstruación; conversaciones sobre sexo; eventos de la escuela o colegio; noviazgo prematuro; conversaciones de temas relevantes, etc. Siempre son los abuelos los que responden, los que escuchan, los que actúan. Y aunque este es un gran apoyo, es más dañino de lo que parece. De esta forma están castrando a sus hijos como padres al quitarles la responsabilidad de crecer junto con sus hijos.

Algunos padres creen que ayudan a sus hijos cuando no se hacen responsables de sus propios hijos y son los abuelos los que ponen la cara por ellos; los que dan el dinero; los que negocian; los que sacan de su bolsillo para resolver lo que sus irresponsables hijos deben hacer. Y así tenemos por todo lugar mujeres adultas que son incapaces de cuidar a sus propios hijos, porque han sido sus propios padres los que han llevado la carga. Tenemos hombres irresponsables que se dedican a la bebida, a la droga o a andar de mujer en mujer porque sus propios padres le castraron, le negaron la oportunidad de ser adulto, de ser responsable, de ser padre. 

Hay padres que tienen que afrontar la difícil prueba de un embarazo en sus hijos adolescentes. Y se han visto extremos totales: unos que los corren de la casa y otros que crían a sus nietos asumiendo toda responsabilidad. Y este último lo único que provoca es que sus hijos ahora padres, traigan más hijos a casa para que sus abuelos los críen y los mantengan; esto sucede porque a ellos no les cuesta nada. No los cuidan porque siguen en sus clases en colegio privado como si nada; no los mantienen porque siguen siendo ellos mismos mantenidos; no los crían, porque tienen criadores privados de gratis: los abuelos castradores. 

Y por último, tengo que decir que lastimosamente los hijos de los castradores, también son castrados como cónyuges. Porque nunca rompen el cordón umbilical, siempre están en total dependencia con sus padres y esto no le permite adquirir responsabilidades en su propio hogar. No le tienen miedo al divorcio porque papá y mamá estarán ahí si el cónyuge le deja o se cansa. La mayor parte de abuelos castradores tienen serios conflictos en sus propios matrimonios porque no han aprendido lo que es la verdadera responsabilidad, ni la han inculcado a sus hijos.

Muchos padres reciben a sus hijos casados con gozo en sus casas cuando deciden irse de su propio hogar y abandonar a sus hijos y a su cónyuge. Esto es el peor daño que le puede causar al matrimonio de sus hijos. "El casado casa quiere" dice un conocido refrán. Aconseje a su hijo o hija, tómense un café juntos hasta calmarse; pero devuélvalo a su hogar, devuélvalo a afrontar su responsabilidad y sáquelo de sus faldas. Si no lo hace, le tendrá continuamente ahí metido una y otra vez, hasta acabar su matrimonio y con su propia vida por irresponsable. 

Quizá para muchos mis palabras sean muy fuertes; pero son cosas que veo todo el tiempo. Cuando le comenté a alguien que quería escribir este artículo, me preguntaron ¿Por qué no padres castradores en lugar de abuelos? Y es que yo pienso que un padre castrador no solamente hace daño a sus hijos, sino también a sus nietos; pero también a todos los que están alrededor de ellos. La misma gente lo nota y se cansa de tanta irresponsabilidad de parte de los hijos castrados. 

Una forma fácil de evaluar si hemos caído en este error, es analizarse en las siguientes preguntas:
- Si usted es abuelo pregúntese: ¿Pueden mis hijos vivir sin mí? ¿Puedo alejarme un poco de la vida de mis hijos y vivir mi propia vida sin que se resientan? ¿Puedo tomar decisiones en mi tiempo y en mi dinero sin afectarles a ellos? ¿Podrían mis hijos cumplir con todas sus responsabilidades sin mi ayuda?

- Si usted es padre de familia pregúntese: ¿Podría vivir mi vida normalmente y sin problemas sin el apoyo de mis padres? ¿Podrían mis hijos crecer normalmente sin la ayuda de mis padres? ¿Podría tomar decisiones solamente con mi cónyuge o por sí solo en cualquier área de mi vida? ¿Puedo asumir todas mis responsabilidades como padre y como cónyuge sin la ayuda de mis padres?

Si la respuesta a la mayoría de estas preguntas es no, usted está en el dañino error al que yo llamo "castración familiar". En donde los abuelos les dan todo a sus nietos, menos unos buenos padres. En donde las relaciones se vuelven enfermizas y los niños crecen sin el amor verdadero y sin el ejemplo de padres esforzados y responsables. 

¡No me mal interpreten por favor! No digo que los abuelos tienen que desaparecer, más bien la labor de ellos es muy importante en el sano crecimiento del niño. Lo que digo es que los abuelos no pueden hacer el papel de padres, por muy buenos que sean. Nadie puede ocupar el lugar de un padre o una madre. Cuando los abuelos se interponen, eso es lo dañino.

Un día no estaremos como padres para resolverles la vida, lo único que quedará en ellos es el daño de no saber cómo hacer las cosas porque mamá y papá nunca le enseñaron, siempre las hicieron por ellos. Lo que quedarán serán hombres y mujeres incapacitados para ser hijos, padres y esposos. 

Aunque como padres pasemos por dificultades de todo tipo, eso nos enseña a arreglárnoslas de alguna manera, nos enseña a crecer; nos enseña a madurar, a ser responsables y a luchar por nuestra familia. El águila le enseña a sus aguiluchos a volar de una forma muy sencilla: los avienta al vacío. O se mueren o aprenden a volar. 

No les sirvamos a nuestros hijos de pilotos, enseñémosles a volar. Lo mejor que podemos darle a nuestros hijos son alas para volar por sí mismos.

Cinthya Jiménez de Yánez
Pastora y Consejera Familiar

miércoles, 22 de julio de 2015

Papi, mami ¿Quién es Dios?



¡Cuántas bendiciones anhelamos para nuestros hijos! Cuando nos convertimos en padres nos invade un temor tan grande por ellos. Lo único que le pedimos al Señor es que los cuide y los bendiga. El problema es que queremos la bendición de Dios para nuestros hijos; pero no queremos mostrarles a Dios.

Muchos padres jóvenes se dan el lujo de dejar a Dios de lado en su vida y en su familia, cuando los hijos son pequeños no hay grandes conflictos y por eso "Dios no es importante" excepto cuando se enferman. Ahí sí que le pedimos a Dios un millón de milagros y le hacemos cientos de promesas que nunca vamos a cumplir.
 
 
Para muchos padres jóvenes da igual ir a la iglesia un domingo o ir con sus hijos al estadio, a la playa, al cine o simplemente quedarse un tiempo "en familia" en casa. Y de esta manera les estamos enseñando a nuestros hijos que Dios NO ES IMPORTANTE EN NUESTRA FAMILIA. Pero hay que pedirle que nos bendiga... Me imagino que eso debe hacer un cortocircuito en la mente de los niños. ¿Cómo es que alguien que no es importante para nosotros puede concedernos tanto?

Para muchos padres Dios comienza a existir o a ser relevante cuando sus hijos entran en la adolescencia. Porque es aquí donde aparecen temas como drogas, rebeldía, sexo, bajas calificaciones, etc. Y es ahí donde comienzan a pedir oración, a visitar más seguido la célula y la iglesia. Y peor aún, comienzan a obligar a sus hijos adolescentes a ir a una iglesia a buscar de un Dios que ellos como padres NUNCA DIERON PRIORIDAD

Se dice que la mejor herencia que los padres podemos dejar a nuestros hijos es la educación. Y yo creo que es una buena herencia; pero LA MEJOR HERENCIA QUE PODEMOS DEJARLE A NUESTROS HIJOS ES A DIOS EN SU CAMINO. Y digo porque:
    - Si les dejamos educación pueden tener títulos; pero sólo Dios abre las puertas.
    - Si les dejamos dinero, pueden alcanzar bienestar; pero sólo Dios nos orienta a ser buenos administradores para que el dinero no sea un amo y un factor de perdición. 
    - Si no les dejamos nada, Dios es el proveedor de TODAS LAS COSAS. 

Sólo Dios puede darle a nuestros hijos todo lo que nosotros como padres no podemos darles. Si les dejamos a Dios en sus vidas ellos podrán tener consuelo en el día de la tristeza; tendrán auxilio en el día de la prueba; tendrán provisión en el día de la escasez; tendrán paz en el día de la tribulación; tendrán sanidad en el día de la enfermedad y tendrán salvación en el día de su muerte. ¿Acaso hay algo mejor para heredar?

Si realmente quieres lo mejor para tus hijos, muéstrales a Dios en tu vida. No los lleves a la iglesia esperando que "alguien" les dé un buen ejemplo o que "alguien" les enseñe a amar a Dios porque esa es tu responsabilidad. 

                                      
    
No porque sean pequeños significa que no entienden. Desde ya tus hijos saben quien es importante en la familia. Si saben que hay una tía a la que nunca visitas, saben que no te gusta ir a la casa de los abuelitos... ¿Tú crees que no saben si Dios es alguien importante en tu vida? Entre más pequeños estén para que les enseñes a amar a Dios será mejor. 

No esperes que llegue la adolescencia o los días de rebeldía de tus hijos para buscar ayuda. Asegúrate desde ahora que tu hijo teniendo a Dios como prioridad en su vida tendrá la fortaleza para decir no a las drogas. Asegúrate desde ya que tu hija amará más a Dios que a cualquier vago que se aparezca en su camino pidiéndole su cuerpo. 

Y de la única manera que puedes mostrarles a Dios en tu vida es amando a Dios más que tu hobby, más que tus vacaciones, más que tu cansancio, más que tu trabajo, más que a ti mismo. Es diciendo a tus hijos "Dios es primero"... No sólo con palabras sino con hechos. Cuando oras en casa agradeciendo por los alimentos; cuando les lees la Palabra antes de dormir; cuando la música que se escucha en casa honra a Dios; cuando mis palabras honran a Dios; cuando en mi tiempo Dios y su servicio es prioridad; cuando en la iglesia me ven cantar con la misma alegría he lo hago en casa. Cuando al Dios que al que adoramos como familia el domingo, es el mismo que adoramos en casa y no es un desconocido. 

Me da tanta tristeza escuchar a padres jóvenes decir: "Yo no sirvo a Dios o no voy a la iglesia porque tengo hijos pequeños" como si sus hijos fueran un problema. Cuando escucho esto me parece que están renegando delante de Dios por esos hijos. Cuando la Palabra nos enseña que:
«Los hijos que tenemos son un regalo de Dios. Los hijos que nos nacen son nuestra recompensa. Los hijos que nos nacen cuando aún somos jóvenes, hacen que nos sintamos seguros, como guerreros bien armados. Quien tiene muchos hijos, bien puede decir que Dios lo ha bendecido.» Salmos 127:3-5 TLA. 
Los hijos son una bendición, no un problema. 

El día que presenté a mi hijo ante el Señor, fue un día muy importante para mi vida como madre. Porque no se trató de un mero ritual de bendición para mi hijo, sino mi promesa y compromiso delante de Dios de esforzarme en ser el mejor modelo para él, quiero que mi hijo conozca a Dios porque lo ve en mí y que aprenda a amarlo mucho más de lo que yo lo amo.

Nuestros hijos son nuestra mejor razón para vivir una vida consagrada totalmente a Dios. Porque al final lo único que podemos dejarles es nuestro ejemplo de vida. 

La mejor herencia que tenemos para darles es a Dios en sus vidas. ¡Comienza hoy!

Cinthya Jiménez de Yánez
Pastora y Consejera Familiar