Hoy en día el divorcio se ha convertido en la salida más rápida ante un matrimonio infeliz. Muchos piensan que es su boleto de salida del infierno que algunos creen estar viviendo con su cónyuge; sin embargo, como muchos otros atajos en nuestra vida, el divorcio es un espejismo.
Las parejas que comienzan su separación piensan que es un "momento difícil" que se acabará cuando firmen un documento que los haga libres. Piensan que "es lo mejor para sus hijos" porque es mejor estar separados que ser infelices. Y así son muchas las ideas equivocadas que las parejas manejan sobre el divorcio. Hay muchos matrimonios que piensan que saben lo que se les avecina al enfrentar un divorcio y por más señales de advertencia que encuentren en el camino, terminan resbalando en el agujero interminable de consecuencias llamado "Divorcio".
En primer lugar, el divorcio promete "libertad y paz" cuando en la realidad lo que otorga es una enorme sensación de frustración, soledad, fracaso y dolor. Las personas que se separan deben enfrentar la sensación de haber fracasado en algo trascendental en sus vidas y los persiguen sentimientos de culpabilidad y pasan por las etapas normales de la crisis como cuando se enfrenta cualquier otra situación grave.
En segundo lugar, el divorcio promete "una nueva oportunidad de comenzar y hacer las cosas bien" y en realidad lo que otorga es un ciclo de tropiezos amorosos en búsqueda del "verdadero amor". Muchas parejas se separan y luchan con su autoestima para tener el valor de comenzar una nueva relación. Y hay personas que son incapaces de estar solas y se dan cuenta de eso cuando se involucran en una y otra relación que les termina acabando lo poco que les quedaba. Y hasta llegan a pensar "mi espos@ era mejor que esto". Y ni hablemos de los efectos negativos que está conducta genera en los hijos, que se quedaron sin padres porque ellos ahora están en "búsqueda del verdadero amor".
En tercer lugar, el divorcio promete "estabilidad en los hijos" cuando en realidad lo que ofrece es la ruptura total y permanente del mundo de sus hijos. El único mundo que sus hijos conocen es su familia, cuando los padres se separan, su mundo se viene abajo... en el corazón y mente de los hijos siempre va a existir el más grande y feroz monstruo de todos los tiempos: el divorcio de sus padres. Ellos siempre van a preferir que sus padres estén juntos, aunque su relación no sea perfecta, aunque no tengan todas las comodidades económicas; pero están juntos y eso es una enorme lección de vida para ellos; pero este punto es tema para un libro entero.
Definitivamente siempre hay casos especiales, hay casos donde existe violencia, infidelidad y vicios en donde se hace casi imposible continuar con el matrimonio; pero la mayoría de divorcios hoy en día se tratan de incapacidad para negarse a sí mismos y hacer feliz al otro. Y si era tan bonita la idea del divorcio ¿Por qué duele tanto? Porque como seres humanos somos egoístas y preferimos tener la razón antes que ceder y ser mejores.
No digo con todo esto que es imposible superarlo, claro que con esfuerzo y ayuda de Dios se puede superar; pero después de un tiempo de restauración personal y familiar. Al menos los adultos pueden lograrlo aunque la huella en los hijos nunca desaparecerá. Los que han tenido que vivir esta dolorosa situación saben de lo que hablo.
El matrimonio no se trata de que mi cónyuge "me haga feliz" se trata de que es mi responsabilidad hacer feliz a la persona que amo. Dejemos el egoísmo a un lado, dejemos las indiferencias, hablemos como gente pensante y madura que decidió unir sus vidas hasta la muerte. Al final, nos va a salir más barato esforzarnos ahora y salvar el matrimonio, que enfrentarnos a la ola de problemas que conlleva un divorcio, porque no es una salida real... es un espejismo.
Cinthya Jiménez de Yánez
Pastora y Consejera Familiar
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