viernes, 31 de mayo de 2013

El matrimonio: ¿Fantasía o realidad?




Estaba pensando en las expectativas con las que llegamos al matrimonio y en lo equivocadas que muchas veces son…

Cuando una pareja está planificando su boda ocurren dos cosas: la chica piensa en SU DÍA como princesa y el chico piensa EN EL RESTO DE SUS DÍAS como hombre casado. ¡No cabe duda de que somos diferentes! Y gracias a Dios que es así, porque uno de los dos se encarga de la boda y el otro piensa en el futuro.

El asunto más importante para mí son las expectativas con las que llegamos al altar, llevamos un paquete de fantasías; ideas románticas que aprendimos de Hollywood y creemos que eso es el matrimonio ¡no hay nada más lejos de la realidad!

El matrimonio trasciende las fantasías de Hollywood. El matrimonio es el milagro más hermoso que Dios haya creado. Y digo milagro porque ¿cómo le llamamos a compartir la vida con alguien que es totalmente diferente a nosotros y aun así ser felices? ¿Cómo es posible que una persona que te conoce tanto, quiera seguir a tu lado? Encontrar a la persona indicada entre tantos millones de personas ¿No es eso un milagro? Algunos tuvieron que llegar a esta persona a través del método de prueba y error; otros en cambio tuvimos la fortuna de acertar a la primera.

El punto es que el matrimonio es la más importante y bella asociación en la tierra. Es posible que en este punto algunos estén diciendo “¡Así como no!” con un tono de incredulidad porque en sus matrimonios no están viviendo ese milagro, sino más bien una desgracia. Y esto ocurre cuando no nos damos cuenta de lo que tenemos.

Es una gran mentira que cuando una pareja se separa las cosas se arreglan, al contrario una nube de conflictos se asoma trayendo frustración y tristeza durante mucho tiempo. Y es ahí donde muchas veces se comienza a valorar y a extrañar lo que teníamos seguro.

He entendido que toda fantasía con la que pude haber llegado al matrimonio se ha quedado corta. Porque el matrimonio ha sobrepasado mis expectativas, es más que una ilusión. Es encontrarte cada día con una persona que conociendo a perfección tus debilidades, sigue ahí para amarte, soportarte y apoyarte. ¿Cómo rebajar esa experiencia a una fantasía? Cuando a pesar de todo tienes a alguien a tu lado para cuidar, para amar, para proteger y eso te hace sentir con vida.

Llega el momento donde las mariposas en el estómago deben transformarse en convicciones del alma; los sueños de amor, en historias de apoyo y compañerismo. Y todas esas ilusiones en vivencias y realidades del día a día.

Como cristianos NO CREEMOS EN EL DIVORCIO por lo tanto esa persona con la que vives, estará contigo hasta el día de la muerte, eso fue lo que prometimos en el altar delante de Dios. Ante tal compromiso tenemos dos alternativas: o somos infelices el resto de nuestros días o tomamos la decisión de disfrutar de nuestro matrimonio y ser felices el resto de nuestros días. Pasando por alto los detalles insignificantes que tanto nos frustran y centrándonos en las cosas maravillosas que compartimos.

Muchos matrimonios fracasan en sus primeros meses o años porque se quedaron con la idea de la fantasía con la que llegaron al altar; sin embargo el matrimonio es una hermosa realidad. Se ha dicho que los primeros 5 o 6 años de matrimonio ¡son los peores! pero tu matrimonio es único, cada matrimonio tiene un ADN particular... Muchos se están perdiendo de vivir la vida real, que lejos de ser la desgracia de vida que representan en la TV, el matrimonio es una aventura diaria que podemos disfrutar o dejar pasar.

Deja de fantasear con el matrimonio que quisieras tener y observa todas las bendiciones que tienes en tu realidad y disfrútalo. Y si quieres mejorar tu matrimonio ¡Ponte a trabajar en ello! Y una buena recompensa tendrás…

"Si quieres disfrutar del amor, disfrútalo con tu esposa. ¡Guarda tu amor sólo para ella! ¡No se lo des a ninguna otra! No compartas con nadie el gozo de tu matrimonio. ¡Bendita sea tu esposa, la novia de tu juventud! Es como una linda venadita; deja que su amor y sus caricias te hagan siempre feliz." (Proverbios 5:15-19 TLAD)

El matrimonio no es una fantasía fugaz, es una hermosa realidad al alcance de una mirada.

Cinthya J.

miércoles, 22 de mayo de 2013

¡Es hora de lavar los platos!


Después de una deliciosa comida hecha en casa ¿A quién le gusta lavar los platos? ¡A nadie! En cada familia ese es el quehacer que todos tratan de evitar; sin embargo ¡hay que hacerlo!

Mientras yo cumplía con esa tarea hogareña Dios trajo a mi mente que necesito ir delante de Su presencia y permitirle que me limpie y me lave una y otra vez... Y sin importar lo sucia que esté, ni lo pegadas que tenga mis malas actitudes, con amor me limpia y me deja como nueva ¡lista para ser usada por Él una vez más!

A nadie le gusta usar platos sucios, nos gusta que siempre haya utensilios limpios en la cocina para utilizarlos. Así es nuestro Dios, pide de nosotros que estemos limpios para ser usados en su obra; pide utensilios que hayan pasado el proceso de limpieza en donde, si se lo permitimos, nos quitará todo lo malo que se nos ha pegado. Dios puede limpiarnos del egoísmo, del rencor, de hábitos pecaminosos, en fin. ¡Él es el mejor detergente para nuestras almas! Isaías 1:18 y 19 dice: "Vengan ya, vamos a discutir en serio, a ver si nos ponemos de acuerdo. Si ustedes me obedecen, yo los perdonaré. Sus pecados los han manchado como con tinta roja; pero yo los limpiaré. ¡Los dejaré blancos como la nieve!”. 

El deseo de Dios es que vivamos vidas limpias delante de Él para que podamos ser vasos útiles en sus manos ¡Él no usa desechables! ¡Te quiere usar a ti... no importa lo sucio que estés en este momento, quiere limpiarte y usarte para Su gloria!

Así que tanto mujeres como hombres (¡porque los hombres de Dios también lavan platos! Amén…) la próxima vez que te toque realizar esta inevitable tarea hogareña, observa el proceso de limpieza y pídele al Señor que haga lo mismo con tu vida. 

¡Es hora de lavar los platos!

“Quítame la mancha del pecado, y quedaré limpio. Lava todo mi ser,
y quedaré más blanco que la nieve.” Salmo 51:7 (TLA)


Cinthya Jiménez

lunes, 13 de mayo de 2013

Vale la pena servir a un Dios bueno

Entregarle a Dios la voluntad no es nada fácil, pero en verdad vale la pena!



Nunca podremos alcanzar una satisfacción plena cuando queremos agradarnos a nosotr@s mism@s, porque hemos sido creados con el propósito de agradar a Dios, para Gloria Suya nos ha creado (Is. 43:7). Así como nuestros pulmones fueron creados para ayudarnos a respirar, así el ser humano ha sido creado para honrar a su Creador. Y separad@s de Él,NADA podemos hacer (Jn. 15:5).

 

En nuestro andar cristiano a veces se nos olvida que ya no vivimos para nosotr@s (Gal. 2:20). Dios lo pide TODO de nosotr@s, Él no acepta el segundo lugar en nuestro corazón. Cada día es un continuo “entregar”, “morir”, “renunciar” y hacer la oración de Juan el Bautista: “es necesario que Él crezca, pero que yo mengue” (Jn. 3:30).

 

El asunto es, que cuando alguien, se decide a entregarle TODO, Él se desborda en bendiciones… y cuando digo se desborda es, que Él bendice (como dice nuestro queridísimo hermano Roberto Aldana) GROSERAMENTE!

He podido ver cumplida la Palabra en mi vida, y el texto de Juan 15:7 “Si permanecéis en mí,  y mis palabras permanecen en vosotros,  pedid TODO lo que queréis,  y os será hecho” es real. Y si soy honesta, hay cosas que ni siquiera han salido de mi boca, un anhelo que cruza de manera fugaz por mi mente y mi corazón, ha sido suficiente para que mi Padre reciba mi petición, y la conteste a tiempo; pero no en el “cronos”, sino en el “kairos”.

 

Yo no podría darle a nadie “10 claves para el éxito”, o “5 pasos para agradar a Dios”. Lo que sí sé, y estoy absolutamente segura, es que Dios, como dijo Karl Bath “Es el totalmente otro”, o como dice mi familia boricua “Está pasao”. Cuando Dios me viene con una de Sus “sorpresas” o uno de esos regalos que me vuelan la cabeza, me lo imagino riéndose de mí, al ver mi reacción mi cara y estado de “pasmadez” ante Su incondicional fidelidad. Él quiere ver a su niña feliz, y lo consigue. Y cosas que están escondidas en lo profundo de mi corazón, Él sabe encontrarlas para hacerlas realidad.  

 

Si bien es cierto, no es fácil dejarlo todo por Él, en Él y para Él. No hay cosa que me llene más, que saber que estoy haciendo lo que Él quiere que haga. Y, ¿si vale la pena? ¡Por supuesto que vale la pena! Si los sueños de Dios se van a cumplir al sacrificar los míos… démosle viaje! Al final, yo saldré ganando.

Porque me enamora con Sus detalles, porque me atrae hacia Él con Su fidelidad, porque me cautiva con Su amor de Padre, porque NUNCA me ha dejado sola, quiero vivir cada segundo de mi vida a Sus pies.

 

Si alguien decide servirle, entregarle TODO, Él también le dará TODO lo que hay en Su voluntad a ese alguien. Y ese alguien quiero ser yo.


Cinthya J.